Cuando la reedición de Moondance, en 2013, Van Morrison reveló que la esencia de su arte radica en la espontaneidad. Las canciones son meros brotes de ideas, fragmentos de conceptos que se capturan con el micrófono y se dejan fluir.
Es como una mitología premeditada, donde uno acepta lo que surge, permitiendo que cada canción evolucione hasta que, finalmente, se forma un álbum, si el resultado lo permite. El destino de cada canción permanece en el misterio hasta que el conjunto revela su propio significado al final del proceso.
Entre las letras más poéticas de Morrison se encuentra un comienzo evocador: “Nacimos antes del viento/También, más jóvenes que el sol.” La pieza, salpicada de referencias a la Odisea y cargada de intensos anhelos, ilustra el deseo primordial del cantante.
Morrison, a menudo enigmático, ha expresado que el significado de sus letras no siempre es claro ni para él. Si el oyente no descifra el mensaje o no se siente intrigado, entonces la canción no es para él; lo que significa, simplemente significa lo que es.
“Into The Mystic”, desde su aparición en el álbum de 1970, Moondance, captura la habilidad de Morrison para tejer serenas melodías con letras cargadas de espiritualidad. “Into The Mystic” se constituye en un clásico intemporal que ha resonado en los corazones a lo largo de las décadas, manteniéndose como un faro de imperecedera reflexión y belleza.
