viernes, 27 de septiembre de 2024

Una Reflexión Submarina…

Extrañarte es una paradoja líquida, una lucha íntima con lo imposible. Se asemeja al acto de intentar respirar bajo el agua, un deseo que trasciende las leyes de la naturaleza, como si la propia nostalgia insistiera en reclamar un espacio donde no puede existir. 

Esa inmersión en la ausencia se convierte en una especie de apnea emocional, un instante sostenido entre el anhelo y la asfixia. El fondo del océano es el lugar simbólico donde duermo esta noche, un lecho de profundidades insondables, donde el peso de la distancia se vuelve palpable y la memoria se disuelve en corrientes invisibles.  

No hay luz, no hay aire; solo la resonancia muda del agua que me rodea, amplificando el eco de lo que fue.

La Literatura como la Forma Más Suave de Ser…

La literatura, ese susurro silente que navega entre las páginas, es quizás la forma más íntima de habitar el tiempo. Como un eco de experiencias universales, nos ofrece la oportunidad de vivir la vida de nuevo, no solo a través de los personajes que encontramos, sino también en las emociones que evocan, en los mundos que recrean. 

Decir que la literatura es la manera más agradable de vivir la vida sugiere que entre sus líneas reside una verdad más suave, más moldeada por el misterio y la reflexión que la realidad cotidiana, una vida paralela donde todo lo que se siente puede ser desentrañado sin los límites impuestos por el tiempo o el espacio.

Leer es, entonces, una forma de vida en sí misma, donde cada frase escrita se convierte en un acto de supervivencia y redescubrimiento. No es solo un escape, es una forma de ensanchar los bordes de nuestra existencia, de ampliar el sentido de la realidad para incluir lo que no se ve, pero se intuye. 

La literatura es un espejo que refleja lo más profundo de nuestro ser, con sus sombras y sus luces, pero desde una distancia segura, donde podemos observar sin ser tocados directamente por el dolor o la alegría. Así, en este reino imaginario, donde lo vivido y lo soñado se funden, podemos vivir varias vidas, expandir los límites de nuestra identidad y encontrar en las palabras una forma más amable de ser.

Fragmentos Bajo las Ruinas…

Hay amores que no solo tocan el alma, sino que la desarman. Son fuerzas sísmicas que sacuden los cimientos de nuestra existencia, derribando la estructura de lo que alguna vez pensamos que era estable. Ese gran amor que alguna vez habitó mi vida, no solo derribó la casa que había construido alrededor de mi ser, sino que también agrietó los puentes que conectaban mis sentimientos con el mundo

Cada día era un ejercicio en el equilibrio perdido, un intento vano de mantener la compostura mientras los escombros se acumulaban a mis pies. 

Y aunque el tiempo pasó, las réplicas no hicieron más que subrayar la magnitud del impacto: breves amoríos, apenas destellos que no lograron provocar ni un temblor en comparación con aquel inicial terremoto.

Sin embargo, debajo de las ruinas, entre el polvo de lo que alguna vez fue, el gran amor aún respira. Es un vestigio silencioso, persistente, que se niega a desaparecer. Es irónico cómo aquello que derribó mis muros más sólidos aún vive bajo las piedras, escondido en las sombras de mi memoria, recordándome que algunas estructuras nunca se desmoronan del todo. 

El gran amor, con todo su poder destructivo, sigue siendo parte de los cimientos de lo que soy, una presencia soterrada que, a pesar del paso del tiempo, continúa dando forma a mi mundo interior. Porque, aunque las paredes hayan caído, el eco de ese amor persiste, un susurro constante que no deja de resonar en el vacío de lo que quedó.

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...