El olvido no es solo
una consecuencia del tiempo, sino una intemperie que corroe la mente.
Por eso el propio Nowhere Man se refugia bajo techos, buscando en las casas y
en los autos una forma de contenerse, de protegerse de ese desierto exterior
que amenaza con borrarlo todo.
Existe una conexión implícita entre el olvido
y la intemperie, como si al abandonar el refugio del interior se comenzara a
perder fragmentos de lo que somos. El futuro, en esta lógica, no es más
que el gran vacío donde todo lo vivido se disuelve.
El futuro olvida
porque no tiene raíces, porque no hay nada que lo sostenga, salvo los
recuerdos que se escapan entre los dedos como arena. Y si el futuro
olvida, entonces no existe. Solo se proyecta como un eco distante,
desde el cual intentamos reconstruir lo perdido.