sábado, 26 de octubre de 2024

La Negación de lo Irrecuperable...

¿Qué responder ante una ausencia que pesa más que las palabras? ¿Acaso el amor de un padre hacia su hijo es capaz de absolver todos los vacíos? ¿Es suficiente una promesa de amor después de haber estado ausente durante años? ¿Le creería un padre a su hijo cuando la distancia ha borrado los rostros, las voces, los recuerdos

Esa es la pregunta que se oculta tras la apariencia de una vida normal, esa vida que algunos aseguran ver en las redes sociales, donde la felicidad parece tan palpable como falsa.

Y, sin embargo, aquí estoy, incapaz de recordar su rostro, su altura, el calor de su abrazo o el timbre de su voz. Es como si esos detalles, que alguna vez formaron parte de mi realidad, se hubieran disuelto en el tiempo, dejando únicamente un eco sordo de lo que fue

Lo que sí persiste, de extraña e inesperada manera, es el recuerdo del abrazo de mi hermana Mary, justo antes de partir en un viaje, cuando me dijo que sentía que no volvería a verme. Aquel abrazo permanece, tan vívido que aún ahora siento sus brazos a mi alrededor, como si el pasado se aferrara a mí con más fuerza que cualquier conexión presente.

Mi hijo, a través de mi hermano George, ha intentado tender un puente, una posibilidad de reencuentro, pero antes de que las palabras lleguen a completarse, ya me he negado. ¿Qué sentido tiene mirar a los ojos a alguien cuya imagen ni siquiera puedo reconstruir en mi mente? 

El tiempo ha erigido un muro entre lo que una vez fue y lo que ahora existe, y no veo razón alguna para cruzarlo.

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