sábado, 26 de octubre de 2024

Ausencia Disuelta en el Tiempo

Caminar por las sombras del pasado puede ser una inútil travesía cuando ya no hay nada que recuperar. Esa extraña sensación, esa indefinida mezcla de emociones que aparece cuando uno enfrenta lo que debería ser un vínculo, un lazo de afecto, pero que en su lugar solo encuentra vacío

Es curioso cómo, a veces, el paso del tiempo erosiona incluso los recuerdos más básicos. Nada hay que rescatar. La imagen de quien alguna vez fue parte de mi vida se ha difuminado por completo, y lo que queda no es más que un estéril resentimiento, tan viejo que ha perdido cualquier filo.

Quisiera decir que puedo sentarme con mi familia y compartir el peso de esta ausencia, pero no es posible. No puedo hablar de ello con mis hermanos, ni con mi hermana. No puedo siquiera acercarme a la idea de evocar un recuerdo de esa persona

Lo único que queda es una amarga sensación, pero distante, una indiferencia disfrazada de rencor. Y aunque hubo un tiempo en que lo esperé, en que imaginé su regreso para disculparse, incluso esa fantasía se desvaneció. Ahora, no hay ni siquiera una emoción que lo traiga de vuelta, ni en la memoria, ni en el corazón.

El espacio donde debió estar el duelo ha quedado vacío, como si algo en el proceso hubiera fallado, como si la ausencia misma hubiera consumido cualquier posibilidad de sentir. 

Todo se ha disuelto, y en ese vacío, lo único que queda es la nada. No es tristeza ni melancolía, solo una sensación de estar desconectado del pasado, sin la capacidad de recordar siquiera el dolor.

D