El siguiente texto relata una anécdota que ilustra tanto el ingenio como el carácter de Jorge Luis Borges en una situación cotidiana. Antonio Requeni, escritor y periodista argentino, comparte un recuerdo que muestra la forma en que Borges manejaba el humor y la ironía, incluso en las circunstancias más triviales.
La anécdota revela la capacidad de Borges para mezclar humor con una crítica social sutil, utilizando su ingenio para subvertir las expectativas y desafiar las normas sociales de manera ingeniosa.
En una velada en la SADE (Sociedad Argentina de Escritores), Antonio Requeni, el creador de Temas y Personajes, compartió una historia evocadora sobre Borges, un instante capturado en la memoria de una cena literaria. En un club social, Borges, sumido en una conversación con sus colegas, fue interrumpido por la presencia de un hombre desaliñado y de rostro áspero, quien, con un aire de desasosiego, buscaba el baño de hombres.
Borges, en su esencia de sabio irónico, le dirigió un consejo que parecía descifrar más que una simple dirección: “Siga por aquel pasillo y al final hay una puerta con un cartel que dice ‘Caballeros’. Usted no le haga caso y entre nomás…”
En esta respuesta, Borges, con una mirada penetrante, invita al hombre a desafiar las formalidades de la etiqueta y a traspasar las barreras invisibles que marcan la diferencia entre lo aparente y lo esencial.
