viernes, 2 de agosto de 2024

Disolución...

En el abrazo incesante del océano, una botella de cristal, pequeña y frágil, se desliza a merced de corrientes invisibles. Dentro, un mensaje, inmortalizado en tinta desvanecida, navega como un susurro olvidado. 

El náufrago, atrapado en la quietud de su propio abismo, ha confiado a este frasco su último anhelo, un rastro de esperanza perdido entre las olas eternas.

La botella ha recorrido kilómetros de mar en silencio, en busca de una mano que pueda descifrar su secreto. Su contenido, una plegaria envuelta en el misterio de la soledad, implora a quienes lo encuentren que olviden la identidad del remitente, dejando atrás cualquier trazo de su ser. 

No busca ser recordado como una imagen o un nombre, sino como una sombra amigable, un espectro en el vasto vacío del tiempo.

La misiva describe un deseo profundo y críptico: que el lector, quien sea que cruce caminos con esta botella errante, mantenga viva la presencia del náufrago no como una memoria tangible, sino como una entidad etérea, un faro en la tormenta del presente. 

Este deseo es un enigma flotante, una invitación a compartir el viaje sin mapas, a enfrentar juntos el caos de las tempestades y el silencio profundo de la noche que se despliega infinitamente.

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...