jueves, 29 de agosto de 2024

Otoño de los Girasoles Silenciosos…

Durante la profundidad de una noche que no distingue la luz, los dedos recorren caminos invisibles, tratando de desenterrar el eco de otro extraviado deseo en la penumbra. Un volcán, testigo silente, se recuesta sobre sí mismo, mientras los girasoles se desploman, rendidos, sobre un paisaje que alguna vez fue radiante. 

En el oscuro abrazo del Ajusco, la tierra susurra promesas que solo aquellos con sus ciegos ojos pueden escuchar, y en ese murmullo, el otoño parece acercarse, siempre al borde, siempre a punto de revelarse.

¿Será que, en esa búsqueda a tientas, aún quede algo por descubrir? Los girasoles, que siguen su danza en el silencio, se inclinan, no ante el sol, sino ante la sombra que se cierne sobre el campus, sobre las “islas” de un pensamiento que se desvanece.  

Dos pieles, en su vanidad, se buscan en la oscuridad, y es en ese roce, en ese encuentro de dedos que palpan a ciegas, donde la esperanza de una pasión resurge, aunque sea por un instante, aunque sea en la incertidumbre de lo que alguna vez fue…

Resuenan los ecos de los amores muertos, como un campo de girasoles que se alza no para florecer, sino para evocar. Y cuando nuestras mortajas, blancas como la nieve que cubre las montañas, nos envuelvan, tal vez nuestros labios se encuentren una vez más, y en ese último beso, las pestañas, que se alzan desde el fondo, nos devuelvan la luz en la oscuridad.

Con atmósferas académicamente auriazules, Irene… (FCP y S)

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...