viernes, 20 de septiembre de 2024

Alegoría del Deseo Reprimido: “The Piano” │Jane Campion

En 1993, Jane Campion entregó al mundo El Piano, una obra que desafía las convenciones tanto del cine como de las relaciones humanas. En el corazón de esta narrativa, una mujer silente – Ada McGrath – nos enseña que el lenguaje más poderoso no siempre se articula con la lengua, sino con los dedos que rozan las teclas de un abandonado piano

Esta película se convierte en una alegoría del deseo reprimido, de las luchas internas que estallan en gestos pequeños, en miradas y en el susurro de una apenas audible melodía.

Las mujeres en El Piano no son meros personajes; son símbolos de una fuerza que no puede ser contenida. Ada, interpretada con un realismo devastador por Holly Hunter, es una mujer que ha aprendido a sobrevivir en el silencio, pero cuyo espíritu arde con una intensidad que ningún hombre logra domesticar. 

Su hija, Flora, (Anna Paquin), encarna la conexión con un futuro aún incierto, mientras que el piano se convierte en la extensión de su ser más profundo, la única voz que no puede ser silenciada. Campion usa estos elementos para construir una narrativa donde el amor, el control y la libertad se entrelazan en una oscura y sensual danza.

El conticinio, ese momento en el que todo parece detenerse en la noche, se convierte en un elemento clave de la trama. Es en el silencio de la noche donde Ada realmente comunica lo que el día oculta. En este espacio de quietud, sus deseos y miedos se mezclan con la música que crea, una íntima sinfonía que George Baines, su amante, aprende a interpretar con cada roce de las teclas. 

Alistair Stewart, su esposo, ve el piano como una amenaza, un recordatorio constante de su incapacidad para poseer el alma de Ada. Su violencia hacia el instrumento es, en realidad, una violencia hacia lo que no puede controlar, hacia una mujer que no se ajusta a las expectativas de su rol.

Campion nos invita a reflexionar sobre cómo las relaciones humanas, especialmente aquellas entre hombres y mujeres, a menudo se definen por intentos de posesión y control

Pero es la música, esa expresión etérea y sin palabras, la que finalmente trasciende cualquier intento de domesticación. El Piano no solo nos habla del deseo y la opresión; es un canto de libertad que emerge de las profundidades del silencio.

Narrativas Etéreas...

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