miércoles, 25 de septiembre de 2024

Años Noventa: ¿Más Profundo el Dolor de Añorar Aquello que Nunca Fue?

Entre los ecos de la tormenta y los susurros del viento, lo efímero se disuelve en una danza de tiempos perdidos, de recuerdos nunca construidos. Duró hasta mediados de los años noventa, esa emocional tormenta que arrastró los jirones de un amor que jamás tomó forma. Y después, como en toda historia, el sol apareció para secar las viejas ropas, testigos de lo vivido, pero también de lo no sucedido. 

Porque, ¿acaso no es más profundo el dolor de añorar aquello que nunca fue? No hay nostalgia más punzante que la que se enraíza en lo no vivido, lo que se quedó en un intento, en un gesto, en una promesa nunca concretada.

Ma Belle Sirène, una distante y etérea figura, la destinataria de una postal que jamás llegó a su destino. Esa despedida, envuelta en un críptico adiós, marcado por el silbido de un tren que selló la distancia entre ambos. El domingo, como un rito repetido, se convertía en el espacio donde buscaba alguna conexión: girasoles comprados, esperanzas sembradas con el agua de la sutil lluvia. 

Un intento de transformar lo inasible en algo tangible, pero siempre detenido ante la inquebrantable presencia de un amor ajeno, inaccesible.

Las banderas de la primavera ondeaban en el viento, pero no traían consigo la esperada renovación. En su lugar, anunciaban la inevitable llegada del olvido, ese fantasma que, como la noche, se despliega lentamente, envolviendo lo que alguna vez fue deseo. 

Lo no vivido se convierte en el gran protagonista de este relato: lo que pudo ser, lo que casi fue, pero que, como una sombra en el horizonte, siempre se mantuvo fuera de alcance. 

“A decirme que existe el olvido, esta noche has venido”: María Laura '95. (Diálogo nada fugaz con el “Flaco” Sabina, ¿recuerdas?).

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...