miércoles, 25 de septiembre de 2024

Entre Notas y Cuerpos: el Deseo en la Penumbra del Blues: Ma Belle Sirène…

El erotismo, como el azul de un atardecer que se niega a caer del todo, se desliza lentamente entre las sombras del recuerdo. En el susurro de una lenta melodía, los cuerpos, aunque distantes, se sienten, se desean, como si el blues que flota en el aire fuera capaz de unir lo que el tiempo ha separado. Cada nota resuena con el peso de caricias no dadas, de pieles que se soñaron entrelazadas, pero que ahora solo se rozan en la memoria. 

Y en esa fragilidad, lo erótico se vuelve aún más potente, como un tacto que perdura, aun cuando Ma Belle Sirène ha partido.

El azul no es solo un color; es la representación del anhelo carnal, de esos besos que quedaron suspendidos en el borde de unos labios que jamás llegaron a encontrarse. La viuda del blues, vestida de deseo, navega entre la espera y el placer, recordando el calor de unos dedos que recorrieron su piel como las cuerdas de una guitarra, dibujando una melodía cargada de promesas que nunca se cumplieron. 

En cada pausa, en cada sombra que pasa, el erotismo se filtra, transformando la ausencia en una presencia ardiente, tangible.

Las sombras, que antes solo simbolizaban el olvido, ahora son testigos de una pasión latente, de un juego de pieles que, aunque separadas por la distancia, siguen buscándose en cada rincón de la noche. La fotografía, con su marco dorado, guarda los rastros de esos cuerpos que, en algún lugar del tiempo, se prometieron interminables caricias

Y en la línea de la mano, aquella que intentamos borrar, se encuentra la indeleble marca del deseo, de esas noches en que la piel ardía con el solo pensamiento de un roce futuro. 

Cuando el tren parte y el último eco se pierde en la bruma, las piernas que una vez envolvieron el silencio quedan como un último refugio de lo erótico. En ese imaginado abrazo, el cuerpo sigue anhelando lo que no pudo ser, y en la música, lenta y suave, se encuentra el consuelo

El erotismo, en su forma más pura, no vive solo en el cuerpo, sino en la expectativa, en la promesa de lo que, al no cumplirse, se transforma en eterno placer

Desde aquel otoño, la música sigue sonando, acariciando suavemente tus bordes, Ma Belle Sirène…

 

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...