viernes, 13 de septiembre de 2024

La Esquiva Figura de Janet Planet

En la historia del rock, pocas figuras han sido envueltas en tanto misterio como Janet Planet, (Janet Rigsbee), aquella mujer que, en la cúspide del amor y la música, se convirtió en la musa de Van Morrison. Su historia no es solo la de una relación, sino la de un poético viaje hacia el corazón de la música, donde lo real y lo mítico se funden en una narrativa etérea y enigmática.

Detrás de las portadas icónicas y las fotografías soñadoras, Janet simbolizaba la quietud en medio del torbellino de la fama. Mientras Morrison ascendía, su figura se grababa en las canciones que definieron una era. No fue la única musa inmortalizada en la música de los 60 y 70, pero su presencia marcó una diferencia única. Mientras otras mujeres, como Sarah Dylan, Linda McCartney o Yoko Ono, se mantenían en el foco mediático, Janet Planet se replegaba en su silencio, su enigma intacto.

Su romance con Morrison, aclamado y fotografiado como una fábula moderna, escondía el conflicto interno de una mujer atrapada en las expectativas de la industria y el peso de la creatividad desbordante de su pareja. En las canciones que Morrison compuso para ella, como “Ballerina” o “Tupelo Honey”, se entrelazan las emociones de amor, frustración y anhelo, trazando el retrato de una musa en constante lucha entre el deseo de pertenecer y la necesidad de liberarse.

Hoy, Janet Planet vive en Los Ángeles, lejos de los reflectores que alguna vez la encandilaron. Su historia, sin embargo, persiste, resonando en cada acorde de las canciones que aún la mantienen viva en la memoria colectiva. Porque, aunque su presencia en la vida pública fue efímera, Janet representa esa dimensión trascendental del arte: la musa que, al mismo tiempo que inspira, es inalcanzable.

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...