Pero ¿quién decide qué merece ser recordado? Hay olvidos que parecen necesarios, escribe Nowhere Man, como si hubiera una secreta justicia en el acto de borrar ciertos recuerdos.
El olvido, en su oro silencioso, a veces alivia, a veces destruye. Resistir el olvido es resistir la disolución misma del ser. Sin embargo, la resistencia es fútil en un mundo donde el tiempo es una fuerza que no concede tregua.
Al final, todo se desvanece, todo es tragado por ese futuro que solo existe en su capacidad para devorar el presente.