El redescubrimiento del mundo no siempre ocurre a través de grandes eventos; a veces, el simple hecho de abrir los ojos puede transformar la manera en que sentimos lo cotidiano.
Ella, Ma Belle Sirène, en su relato de extraña belleza, no es una simple observadora de su entorno, sino una emocional viajera que navega entre lo mundano y lo sublime.
Las calles, el parque, el mercado, la librería, concretaron escenarios en los que su ser, antes dormido, comenzaba a resonar con una nueva intensidad.
En la figura de Nowhere Man solía encontrar un símbolo, el de guía interior, aquel que no mostraba el camino, sino que invitaba a la introspección, a mirar hacia adentro y redescubrir las maravillas en lo que parecía estático y trivial.