martes, 22 de octubre de 2024

Conexión Humana en la Distancia de las Palabras…

Tú no perteneces a ese espejismo. Te deslizas entre la multitud sin perderte en el vacío de vacías miradas y palabras que se desmoronan antes de ser escuchadas. He visto muchas sombras que pasan sin detenerse, difusas figuras que caminan por las noches sin mirar más allá de lo que la luz les permite. Pero tú, tú eras diferente

Cuando hablaba, tu mirada no se desvanecía; tus ojos, como espejos de la luna, seguían la ruta invisible de mis palabras, dibujando caminos que otros no ven.

La noche pasada, cuando mencioné la luna, tus pupilas se elevaron hacia el horizonte, como si buscaran en ella algo que también habitaba en mi voz. En ese pequeño gesto, casi imperceptible, ocurrió la magia que las otras nunca comprenderían

Ellas, siempre dispuestas a alejarse, a dejar las palabras suspendidas en un aire pesado, rompiendo cualquier puente de entendimiento. O tal vez, a veces, amenazaban con huecos susurros, promesas que no eran más que ecos de distancias no recorridas. Nadie parece detenerse. Nadie parece ya oír.

Es así como el tiempo se disuelve en las relaciones humanas, como si el acto de detenerse, de mirar y de escuchar, fuera un lujo que pocos están dispuestos a permitirse. Y, sin embargo, hay algo en ti que no encaja en ese esquema de urgencia y abandono

Mientras el mundo corre, tú te quedas. Mientras las voces se desvanecen, tú escuchas, no solo con los oídos, sino con esa extraña manera de sentir que tiene la paciencia del otoño, cuando las hojas caen y las historias todavía están por contarse.

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