jueves, 10 de octubre de 2024

Nocturnos Ecos...

En la neblina de las horas oscuras, se desdibuja la frontera entre el tiempo y el anhelo. Cada sorbo de la noche parece arrastrar consigo la presencia de aquel que habita las sombras, no como un espectro distante, sino como un eco vivo que susurra en los recovecos del alma.  

La noche, que debería ser sinónimo de vacío, se llena con su presencia casi palpable, poblada de sueños que emergen como un puente entre el presente y lo eterno.

Esa presencia no necesita ser tangible; basta con que su esencia viaje a través de la oscuridad para llenar de sentido lo que, de otro modo, sería un espacio vacío. Cada rincón de la noche guarda un fragmento de lo que fue, y de lo que aún persiste en la memoria.

Así, la noche se convierte en un territorio compartido, donde el ser amado y el soñador se encuentran en un plano distinto, ajeno a las limitaciones del día. Allí, entre susurros y sombras, el amor florece en una dimensión más profunda, un lugar donde el tiempo deja de existir y solo queda la resonancia de los sueños.

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...