En “This Time Tomorrow”, Ray Davies nos introduce en un umbral que separa el presente de un futuro siempre incierto, donde las manos se extienden para atrapar lo inasible. La fragilidad de los días se convierte en un eco que resuena en cada acorde, mientras las palabras nos envuelven en un paisaje donde los planes se desvanecen como humo.
La canción, de manera discreta, pero profunda, explora la naturaleza etérea de la vida misma, recordándonos que todo, incluso lo que parece inquebrantable, está destinado a desaparecer en las aguas del tiempo.
Desde el inicio, las palabras sugieren un desencuentro con el futuro, un suave lamento por los caminos que se bifurcan, siempre fuera de nuestro alcance. El narrador parece susurrar una verdad conocida por todos, pero rara vez dicha en voz alta: “a esta hora mañana, ya no seré recordado”.
Aquí, el olvido no es un enemigo, sino un inevitable compañero que camina a la par de la vida, mientras los recuerdos, por muy significativos que sean, también sucumben al implacable ritmo de los días.
La voz de Davies, llena de una melancólica calma, es el puente que nos guía por esta travesía. Su tono parece provenir de un lugar donde lo efímero ha sido aceptado, donde la aceptación de la transitoriedad ya no duele.
El riff de guitarra, repetitivo como una corriente que nunca cesa, se convierte en el latido que acompaña esta meditación sobre lo que se va y nunca vuelve.
En última instancia, “This Time Tomorrow” nos invita a contemplar no solo la fragilidad de la vida, sino la profunda belleza que reside en esa fragilidad. Cada instante es un tesoro que, por efímero, se vuelve invaluable.
En esa transitoriedad que encontramos el sentido: no en la permanencia, sino en la cadencia del olvido que nos libera.