martes, 12 de noviembre de 2024

Penumbra del Tiempo...

Durante esos días, él se aferró a la imagen juvenil de Ma Belle Sirène, una memoria idealizada que le hacía compañía en la soledad. Mientras tanto, Ella sin duda encontró consuelo en una presencia más palpable, algo que le ofreciera un ancla en el presente. 

Tal vez también guardó su recuerdo de él, pero no como algo cotidiano, sino más bien como un objeto sagrado escondido en un oscuro rincón de su mente, uno que no tenía tiempo ni espacio para ser visitado a diario.

Si ese recuerdo sobrevivió en Ella, fue como una olvidada reliquia, en un santuario que rara vez se abría. Para él, en cambio, esa memoria era su constante refugio, un lugar al que volvía una y otra vez, mientras que, para Ella, era algo envuelto en la quietud del olvido, una nostalgia que no necesitaba ser desenterrada. 

Los dos seguían adelante, pero en direcciones opuestas, aferrándose a versiones distintas de lo que alguna vez compartieron.

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