La aceptación de la finitud no es trágica; es liberadora. Es lo que les permitió vivir con una intensidad inusitada, sin diluir el significado de la muerte en ideas reconfortantes.
Druyan nos recuerda que lo más importante no es lo que ocurre después, sino lo que sucedió en el aquí y ahora, en esa conexión que desafió la indiferencia del cosmos, incluso por un breve pero eterno momento.