En el vasto paisaje de la mente, las manos buscan algo que nunca encuentran, y los ojos, que una vez vieron con claridad, ahora solo perciben su ausencia. El corazón, antes lleno de vida, ahora late con una cadencia apagada, como si la melodía del ser se desvaneciera en el dorado silencio que lo rodea.
¿Quién es Ella, esta figura que desconoces y que, sin embargo, ejerce un poder tan profundo sobre tu ser? Sus palabras, lentas y enigmáticas, se deslizan como relámpagos en la oscuridad de tu mente, iluminando brevemente el abismo en el que te encuentras.
La ansiedad crece, alimentada por preguntas sin respuesta, por redes que nunca alcanzan el fondo de ese abismo que amenaza con devorar todo lo que alguna vez fue tuyo.
En medio de esta oscuridad, su desnudez se convierte en el punto de ruptura, un cataclismo que desata fuerzas que nunca supiste que existían, y que ahora amenazan con oscurecer todo lo que alguna vez amaste, todo lo que alguna vez dio sentido a tu existencia.
