“─ ¿Qué les proporcionaba Gene Clark?
─ Era un foco.
─ ¿Quieres decir que no era un líder?
─ Exacto. Se le daba muy bien actuar como un proyector emocional de niveles increíbles. Se lo encontrabas de buen humor, sabía poner a todo el mundo ─ a cualquiera que estuviera cerca de él ─ de buen humor. ¿Lo entiendes? McGuinn, en cambio, no era capaz de nada parecido”.
David Crosby a la revista Rolling Stone
Gene Clark, un poeta sonoro nutrido en las raíces del country y el folk, encontró su fascinación en el pop puro y cristalino de The Beatles, embarcándose en una búsqueda casi alquímica de la esencia del pop. Su innato talento lo convirtió en algo más que un simple cantante y compositor; fue un alma que proyectaba emociones con una intensidad casi tangible.
Cuando alguien dijo: “¿Qué les proporcionaba Gene Clark?”, la respuesta fue clara y reveladora: “Era un foco”. No un líder en el sentido tradicional, sino un centro de energía emocional. Mientras Roger McGuinn poseía otras habilidades, Clark tenía la capacidad única de transformar el ambiente emocional a su alrededor. Si estaba de buen humor, su presencia irradiaba y elevaba el ánimo de todos a su alrededor, una habilidad que McGuinn no podía replicar.
Clark era más que una voz o una guitarra; era un catalizador emocional, un proyector de sentimientos que podía sintonizar con los estados de ánimo de quienes lo rodeaban y elevarlos a insospechadas alturas. En su búsqueda de la piedra filosofal del pop, no solo perseguía la perfección musical, sino también la alquimia de las emociones humanas, tejiendo una red de conexiones que iban más allá de la música misma.
