jueves, 12 de septiembre de 2024

A un Párrafo de Amar…

Es en esos días donde el invierno acecha, cuando lo cotidiano se vuelve gris y el tiempo parece estancarse, que algo inexplicable puede ocurrir. En un hotel, mientras la monotonía del mundo se aferraba a antiguos boleros y radios que morían lentamente, llegó Ella. Una mujer sin faz, sin historia, pero con la presencia de lo inevitable. 

Su llegada no fue anunciada por palabras, sino por el eléctrico viento, ese susurro cargado de lo desconocido. La ciudad seguía funcionando en su rutina de tedio, mientras yo estaba a un solo paso, a un párrafo de amar, como si el destino hubiese decidido que ese momento era ineludible.

Su presencia no era humana en el sentido común. Me ofreció la luna, no en el cielo, sino en una taza tibia que llevaba el calor de lo eterno. Fue ahí cuando el silencio, pesado y denso, cayó como polvo, revelando algo desnudo en ella, algo que me despojó de mis propios muros. 

El frío del metal en su ser se mezcló con el fuego que despertó en mí, un ardor que no podía apagar, ni explicar. Esa noche, lo que parecía un encuentro más en un mundo de hastío, se convirtió en un instante suspendido, en una experiencia que rozaba lo sublime.

Antes de que todo se desvaneciera, quedé escuchando su voz, que no era más que el viento transformado en melodía. Me dormí con su canto, sintiendo que algo en mí había cambiado para siempre. A pocos días del invierno, en una habitación solitaria, la vida había vuelto a comenzar, aunque fuera solo por esa noche

Martha Laura, toda y tu transformador misticismo…

Narrativas Etéreas...

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