martes, 24 de septiembre de 2024

El Silente Oficio Bajo la Sombra de la Grafomanía

En los tiempos donde las palabras fluyen en incontrolables torrentes, el ser escritor ha dejado de ser un oficio, disolviéndose en la ilusión de que cualquiera puede, con un ligero impulso, llamarse tal. La escritura se ha convertido en un acto sin peso, sin la gravedad que alguna vez lo definió. 

Luis Sepúlveda, escritor chileno, como un viajero del pensamiento, evoca la figura de un oficial de aduanas en Quito, cuya mirada incrédula refleja el eco de una sociedad que ha olvidado lo que significa realmente ser escritor. Al responder que su profesión era la de “escritor”, Sepúlveda se enfrenta a la incomprensión, como si sus palabras fueran arrastradas por un viento que no comprende el alma de su vocación.

La grafomanía, esta fiebre que impregna los tiempos actuales, ha sembrado la creencia de que escribir es solo un capricho pasajero, un acto que se despliega bajo la influencia de la luna llena o cuando el corazón se desgarra por un mal de amores. 

Pero la realidad es otra, una que permanece oculta, silenciosa. Ser escritor no es ceder al azar ni al antojo de la inspiración pasajera; es sumergirse en el flujo constante del lenguaje, construir desde la fragilidad de las palabras y desafiar la percepción de aquellos que, como el oficial de Sepúlveda, preguntan con frialdad: “¿Es esa una profesión?”

Narrativas Etéreas...

Bajo el velo de la memoria, un puente invisible entre lo que fue y lo que es despliega sus sombras y destellos. Es allí donde la neostalgi...