lunes, 7 de octubre de 2024

La Sutil Súplica de “Dream a Little Dream of Me”

En cada nocturno suspiro, los recuerdos y las promesas no dichas flotan, envolviendo con delicadeza una narrativa que solo los intrépidos corazones logran percibir. El sicomoro, ese árbol que se alza entre lo terreno y lo celestial, se convierte en un silente testigo de lo que trasciende. 

Los pájaros, mensajeros de lo intangible, cantan melodías que se entrelazan con los susurros del viento, creando una sinfonía casi imperceptible que invita a cerrar los ojos y soñar, no con el mañana, sino con la eternidad del ahora.

El verso “Las estrellas se desvanecen, pero yo permanezco” es la columna vertebral de esta etérea travesía. Aquí, las estrellas, esas cósmicas entidades que siempre hemos percibido como inmutables, sucumben a su propio destino, mientras el espíritu del deseo se mantiene firme, arraigado en lo humano. 

Es la paradoja de la canción: lo que es finito, lo que parece frágil, es en realidad lo que persiste. En este universo construido con notas y susurros, el deseo no se consuma en el encuentro físico, sino en la permanencia del recuerdo y el sentimiento.

“Dream a Little Dream of Me”, en la etérea voz de Cass Elliot, se convierte en una sutil súplica, un eco que, a la fecha, resuena en la distancia. No se trata de una exigencia; es una invitación a que, incluso en la ensoñación más vaga, se recuerde la esencia de ese vínculo. 

Es una petición de permanencia, no en la realidad, sino en el reino onírico, donde las emociones fluyen sin barreras y el amor se desdobla en infinitos matices.

Vacuidad...

La vida se escapa sin que siquiera entendamos su carga. Llegamos a ella en nuestra ignorancia , demasiado bisoños para captar su signific...