miércoles, 9 de octubre de 2024

Observar Desde la Distancia el Vaivén de la Vida: “Watching the Wheels” │John Lennon

Entre los resquicios del tiempo, donde los engranajes de la fama y la música hacen una pausa, John Lennon decidió observar desde la distancia el vaivén de la vida. Entre los años 1975 y 1980, cuando la gloria ya no le urgía y los gritos de los escenarios quedaban en distantes ecos, Lennon encontró refugio en una cotidianidad más simple, quizá más auténtica: la de ser padre. 

Al alejarse del ruido, su música se tornó en una reflexión íntima sobre la desconexión de los mecanismos del éxito y el reencuentro con la sencillez del momento presente.

Lennon, tras años bajo la abrasadora luz de la Beatlemanía, eligió la tranquila sombra de los días en Nueva York, donde las calles rugían, pero él había silenciado su necesidad de ser oído. La canción “Watching the Wheels” es el resultado de ese retiro. Es una suerte de declaración existencial, una carta sin destinatario a quienes no comprendían su pausa, a quienes todavía giraban en la inercia de la productividad y la fama. 

Para Lennon, el abandono del escenario no era más que la aceptación de un ciclo más vasto, donde el ruido de las ruedas se tornaba en un susurro de paz.

El piano que acompaña su voz en esta canción nos guía como si fuera un faro en medio de una densa niebla, iluminando brevemente lo que oculta nuestra propia vorágine diaria. La decisión de Lennon de dedicarse a criar a su hijo Sean, lejos del ojo público, lo conectó con una humanidad perdida en los rincones de su juventud, esa que le había sido negada por la vertiginosa velocidad de sus años con los Beatles.

Pero en el verano de 1980, cuando la marea interior había bajado y su espíritu había encontrado reposo, las canciones comenzaron a fluir de nuevo. Fue en ese viaje, donde el mar se confundía con el cielo, que Lennon escuchó las notas que le recordaron que aún quedaba espacio para la creación, pero ahora desde un lugar más sereno. 

La vida familiar había sido un bálsamo, un resurgir. Así, en medio del océano, volvió a escuchar su propia voz, libre de las cadenas que lo ataban al pasado.

En la letra de “Watching the Wheels”, Lennon observa desde una orilla distante cómo otros siguen girando sin cesar, mientras él elige la quietud, el instante de contemplación pura. Las líneas de la canción son una suerte de reflexión sobre la vida y la renuncia, no como una derrota, sino como un triunfo personal, donde la felicidad ya no estaba ligada al reconocimiento externo.

Lennon, como un soñador que se atreve a detenerse en un mundo que no permite pausas, nos invita a soltar el peso de las expectativas ajenas y escuchar, por un momento, el suave sonido de las ruedas que desaceleran, casi en silencio, para dejar que el mundo siga su curso sin nosotros.

El ciclo de Lennon no se cierra con su muerte, como tampoco lo hace su legado. “Watching the Wheels” es un testimonio de que el arte, la vida y la paternidad no necesitan ritmo vertiginoso para encontrar su significado. En el hueco entre las notas, en el espacio entre las palabras, es donde Lennon encontró lo que siempre había estado buscando: la paz de, simplemente, “ser”.

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