miércoles, 9 de octubre de 2024

Wonsaponatime: Dylansh...

En “Beautiful Boy”, John Lennon no canta solamente para su hijo. Se trata de una revelación, un acto de fe casi mística, donde el rol del padre trasciende lo terrenal. Cada línea parece flotar en un espacio entre el sueño y la vigilia, mientras John arropa a Sean, no solo para la noche, sino para la vida misma.

La implícita promesa en su canto es que, incluso cuando los monstruos se escondan bajo la cama, él estará allí, en espíritu, en los ecos de sus palabras, en esa melodía que nunca se apaga

Hay algo eterno en ese susurro, una promesa de que la vida es aquello que sucede mientras uno está distraído, pero, aun así, todo sigue su curso. Lennon parece entrelazar el acto de ser padre con la capacidad de aprender a dejar ir, pero con la certeza de que lo esencial permanecerá.

La dulzura de “Beautiful Boy” radica en su humildad; no hay ego, solo una devoción total. Cada palabra es una caricia para Sean, un recordatorio de que el amor es el motor de la vida, aun cuando el tiempo, implacable, siga avanzando. 

Lennon nos invita a imaginar el futuro de su hijo, pero con la advertencia sutil de que el viaje no estará exento de dificultades. Sin embargo, en el centro de todo, late una esperanza profunda: todo irá mejorando, día tras día.

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