Dustin O’Halloran es un músico que ha sabido construir un puente entre lo tangible y lo etéreo, llevando a su audiencia a un espacio donde el sonido no solo se escucha, sino que se siente como una experiencia sensorial que trasciende lo físico.
Desde sus primeros días como niño prodigio del piano, O’Halloran ya estaba explorando las posibilidades de la música como un reflejo de sus emociones internas. Al interpretar una de sus propias piezas a los 7 años, O’Halloran comenzó a delinear el ADN sonoro que más tarde definiría su carrera, una impronta que se nutre de una profunda conexión entre lo emotivo y lo intangible.
La colaboración con Sara Love en Devics marcó un punto de inflexión en esta exploración, donde el uso de efectos y la búsqueda de nuevas texturas permitieron que la música tomara un nuevo cariz. Inspirado por las agrupaciones del sello 4AD, como Cocteau Twins, O’Halloran se adentró en la manipulación del sonido instrumental para evocar complejas emociones.
En esta etapa, la etereidad no solo proviene de las melodías, sino de cómo el sonido es manipulado hasta parecer algo otro, inalcanzable. Es un proceso donde las guitarras dejan de ser guitarras y los pianos se desvanecen en nebulosas sonoras.
Esta capacidad de transformar la materia musical es lo que define la música de O’Halloran como un viaje hacia lo inmaterial, generando un espacio emocional y sensorial que parece suspendido fuera del tiempo.
